Recuerdo la primera vez que vi a Javier Barría en vivo, un par de años atrás en un local de calle Santa Isabel donde incluso contando al tipo que manejaba el sonido, no éramos más de 8 personas. En esa oportunidad Barría subió con su guitarra, tardó largo rato en afinarla, bebió un trago de cerveza y se lanzó a cantar durante casi una hora y media diciendo muy poco, casi nada, entre canción y canción… Parte de esa imagen se me apareció varias veces el sábado recién pasado en el lanzamiento de “Introducción a la Geometría”: el Sr. Cantautor junto a su guitarra, sus efectos y su loopera; pocas palabras y las mejores canciones en un show alucinante, íntimo, preciso… sólo que esta vez con una sala completamente llena tal como desde siempre debió haber sido, tal como muchos de los que estábamos ahí siempre esperamos que ocurriera.
Solo o por momentos acompañado de una solvente banda (que lujo escuchar a la dupla de Roberto López y Andy Baeza a cargo de la sección rítmica) Barría presentó las 11 canciones de IALG más otras tantas que sonaron, como ya es costumbre, impecables. Y no sólo eso, porque de alguna extraña forma este tipo la virtud de irte encantando, seduciendo con su música hasta hacerte totalmente cómplice de sus silencios, del tiempo que demora en reacomodar sus efectos o en afinar su instrumento; y uno espera, paciente, observa y juega a anticipar la próxima canción mientras un nuevo loop comienza a ser armado en tiempo real, ahí, frente a tus oídos…
Y así, entre guitarras procesadas hasta el infinito, juegos de voces o sutiles beat vox que al repetirse van generando sensibles atmósferas que te envuelven y te arropan, uno es testigo de como Barría, una y otra vez, “vuelve a lanzarse (y a lanzarte) desde el acantilado”.