Andrés Godoy

Andrés Godoy desarrolla el Tatap, técnica que hace con su brazo izquierdo a través de golpe y rasgueo

Andrés Godoy habla de música con soltura. Una entrevista que se suponía corta, pero que se alarga con el pasar de las preguntas y el conversar sobre su pasión desde los 11 años: la música. Habla desde la vereda de quiénes saben mucho del tema y tienen mucho que contar.

Nos encontramos en Balmaceda 1215, en plena estación Mapocho. Bajo a la sala de ensayo de Sinergia y detrás de la puerta aparece Andrés Godoy, quien me lleva al pasillo donde hacemos la entrevista. Mientras, en la sala se quedan practicando los creadores de “Mujer Robusta”, entre ellos Bruno, el baterista e hijo de Andrés.

Godoy conoce el lugar de memoria. Durante diez años fue director del proyecto de Escuelas de Rock y productor de muchas de las bandas que ensayaban ahí y luego grabaron. Pero el motivo de la entrevista no es ese proyecto. La creación de “Personal Intransferible”, su nuevo disco me tiene con un micrófono grabando sus palabras.

Hace dos años Andrés tuvo una enfermedad en su brazo izquierdo, una “plaga” como la llama. Si esto ya es terrible para cualquier persona, más lo es para él. El sólo tiene brazo izquierdo, el derecho lo perdió en un accidente cuando niño. Con éste pela los tomates, cambia pañales, vive; incluso toca guitarra. Durante ese tiempo, “la guitarra la tenía prácticamente abandonada”, recuerda Andrés. Era un momento difícil en el cual decidió sanarse tocando. “La tomé porque la necesitaba para mi vida, para recuperar algo que me había marcado”, expresa. De ahí comenzaron a aparecer melodías, luego canciones y así comenzó a gestarse la idea de sacar un disco.

Desde marzo está grabando en el Estudio Mix junto al ingeniero Cristián Mardones, con quien trabajó en la producción de muchas bandas de Escuelas de Rock. Van en el proceso de mezcla y todavía no hay fecha de salida definida. Termina, “van a quedar 13 ó 14 temas, pero todavía no está definido”. El trabajo debió estar listo en mayo pero se ha retrasado.

– ¿Para cuándo estaríamos esperando el disco?

 

– Ja ja ja. Después de las fechas que he dado… es que a mí todo esto me asusta (apunta a la grabadora). Es más, pensé qué voy a hablar si no me interesa hablar nada con nadie. No porque sea soberbio ni nada. En realidad, hice la música para sanarme. No digo que estoy sano, pero estoy en ese proceso de sanación. Incluso ya había aceptado el tema de la muerte, fue una idea a la que le di mucha vuelta. Soy un tipo muy autoestimulado por todo, pero lo que no puedo soportar es la dependencia de otras personas. Entonces las canciones fueron surgiendo para sanarme de una peste que tenía. Me ayudó una vez más. Y resulta que ahora se transforma en un disco. Y de todo eso van saliendo otras cosas como esta primera entrevista. Te juro que no pensaba enviárselo a nadie, no estoy en esa, pero el mundo se mueve de otra manera hoy día. Los contactos, la gente que está en esto la va diciendo a otro y la gente se interesa por curiosidad. Porque toco con una mano…

 

– Yo lo encuentro genial

– Sí, a mí me ha costado mucho entenderlo. Y para poder comprenderlo tuve que vivir experiencias con gente discapacitada, desde otros ámbitos de la discapacidad, para poder entender lo mío. Porque llegué admirar y admiro a mucha gente que es discapacitada que tiene muchos dones. Yo no reconocía eso.

El Tatap

“Surge en un plano de inconsciencia incompleta. No pensando de que algún día podría volver a tocar”, recuerda Andrés. “Te estoy hablando de los años sesenta y algo, ´66, ´67. Entonces en el colegio, tocar guitarra eléctrica en esa época, era una cuestión demencial, era como ser un Rolling Stone, un Paul Mc Cartney, un John Lennon. Además yo soy de San Antonio y venir a Santiago eran como tres horas, en unas carreteras imposibles. Entonces aprender guitarra y tocar guitarra eléctrica era una cuestión muy llamativa, sobre todo para las chicas. Pero a los catorce se acabó todo eso para mí. Y donde más fuerte me pegó todo eso fue en el ego. Ahí aprendí mi primera lección grande de mi vida y dije: `perdí mi brazo y perdí todo”.

Pero ahí comenzó a reflexionar sobre el futuro de su vida. Quería casarse, tener hijos y a éstos enseñarles a tocar guitarra, no sólo contarles. En ese momento comenzó a practicar sobre su instrumento haciendo los acordes básicos con la mano que le quedó. Una fijación que se transformó en una habilidad. Solo, sin nadie que lo viera “o si no me mandaban al psiquiatra”. Y al salir sonido comenzó a desarrollar un sonido que se transforma en su marca personal: el tatap.

“Son dos cosas, técnica del golpe y  de rasgueos. De golpe porque voy golpeando los distintos acordes por los que voy pasando. Y de rasgueo porque cuando golpeo no siempre lo hago con los cuatro dedos, a veces golpeo con dos y genero acordes especiales para que los dedos que me vayan quedando libres hagan una suerte de simulada mano derecha y se haga un rasgueo. Y es todo simultáneo, voy haciendo ritmo, y si llevo alguna melodía también voy haciéndola. Es una cuestión que hay que verla, es muy difícil explicarla”, expresa.

Para poder llevar a cabo esta técnica también es imprescindible utilizar el instrumento adecuado. No se puede hacer con cualquier guitarra. Explica entonces, “si uso las Takamine u otras no sirven, son un fiasco, esa es la realidad desde el punto de vista técnico, porque no captan la globalidad de lo que estás haciendo. Captan el golpe que tú das acá (hace el movimiento indicando la caja), con tu mano derecha. Si yo uso esa misma guitarra me capta nasalmente pero todo lo que es la riqueza de los dedos se pierde”.

Por eso es que ocupa guitarras Lito Benito, un reconocido luthier chileno dueño de Guitarras Avalos. Tiene una Grand Auditorium, que es similar a una guitarra española con cuerdas de metal. Y también una Dreadnought, parecida a una folk inglesa, con una caja más ancha. Ambas con cápsulas Bidat, las cuáles explica Andrés, son usadas por guitarristas clásicos que utilizan tecnología moderna. “Eso fue porque Lito mismo me las sugirió, ya que para mí golpe vendrían muy bien porque son muy cálidas”, termina. Esto complementado con cuerdas 0.10mm dan forma al sonido del productor.

– ¿Cómo haces para afirmar la guitarra? Es algo súper básico pero necesario.

– Jajajaja. Con la guitarra eléctrica no tenía problema porque me la colgaba y tocaba como cualquiera. Con la acústica es un problema. Pasa que toco sentado y uso lo que me queda de brazo derecho para presionar. Entonces lo que hago es ponerme la guitarra y presionar hacia abajo y ahí me queda como si fuera un atril, rígida. La fuerza que estoy haciendo todo el rato es infernal. A veces me provoca calambres en las zonas lumbares porque si lo suelto se me mueve y se me van los acordes, entonces tengo que estar todo el rato muy concentrado.

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