Cuando uno va a escuchar jazz, por lo general se imagina situaciones. Por mi parte puedo decir que me formo una idea de lo que voy a encontrar en un concierto determinado.
Si voy a ver a Scott Henderson, sé que voy a escuchar algunos temas de Tribal Tech o su proyecto solista de blues, o incluso algo de Vital Tech Tones. Cuando semanas atrás vi a John Scofield, me encontré con algo de su A-go-go, también tocó algo del Über Jam y hasta un tema del Metheny/Scofield, incluso tocó standards. Perfecto!!
Al parecer, en un concierto en el que la figura central es un solista, éste elige lo mejor de lo mejor de su trayectoria, lo entrega al público, lo hace sentir bien. Luego muestra su trabajo reciente para rematar con un mensaje fresco y nuevo. Eso lo he visto en recitales de Bob Marley, Paul McCartney, Michael Jackson y muchos más. Parece que es algo que a todos los buenos les brota hacer, lo natural pareciera ser siempre tener ganas de crear y sorprender.
Eso vi este sábado 3 de febrero en el concierto, no de despedida sino de buenos augurios de Christian Gálvez, EL gran bajista chileno, que gracias a su mucho estudio, trabajo y talento está logrando tener la posibilidad de compartir escenario con algunos de los más renombrados músicos jazzistas de este planeta Tierra. Después de muchos discos grabados, y de ser el gran sesionista que ha sido estos últimos años, la madurez estilística sólo le juega buenas pasadas. Es un hombre joven, que tiene aún mucho que aportar y entregar, buenas ideas, el conocimiento y dominio, ya no de su propio instrumento principal, el bajo, sino de la música en sí. Esta madurez se refleja en sus composiciones y los distintos formatos instrumentales a los que las somete.
Hay un hecho muy interesante desconocido para muchos, lo que Gálvez siempre hace antes de un concierto. ¿Puedes adivinar cuál es? Bueno, una hora antes de que empiece el concierto, le gusta mucho jugar a los juegos de casino online en nodepositrealmoney.com, el fantástico Casino Casumo. El juego que juega, o la cantidad que gana definitivamente no es importante, sólo le gusta relajarse antes del gran evento.
El concierto en sí tuvo dos partes. La primera a trío con Carlos Cortez en batería, Pablo Menares en contrabajo y Christian en bajo eléctrico. Nos condujo por sus propias composiciones, a mi parecer bastante difíciles a la hora de ser ejecutadas, pero, como todo lo bueno, muy agradables de escuchar. Metros en 5/8 que por un par de compases pasan a 6/8 sólo porque la idea melódica lo exige. Ya no se compone bajo parámetros establecidos, las ideas se unen de una forma extraña en el papel, pero al oído suena como lo más natural del mundo. Eso pasa cuando las ideas son consistentes y se sustentan solas, como la canción “En el séptimo día” de Soda Stereo, que está en 7/8, una métrica no fácil para el oído del lego, pero que en ese caso suena de lo más normal.
Los solos de los tres, funcionando como si hubiera piano, o guitarra más bien ya que Christian hizo las veces de guitarrista tocando melodía y armonía a la vez (técnica conocida bajo el nombre de “chord-melody”), fueron unos lujos. Cada uno está tocando a un excelente nivel. El virtuosismo y carisma de Christian, la tranquilidad y calidez de Pablo y la actitud potente y directa de Carlos Cortez ofrecieron a los escuchas, diversidad de carácteres musicales, lo que condujo a un show muy interesante y dinámico.
Christian, adoptando el trabajo armónico, se lució tocando chord-melody a sus anchas, trabajo muchas veces difícil de lograr (de ahí el mérito de tocar y funcionar bien a trío), sus solos con tendencias entre las cuales reconocí a Metheny, Holdsworth y Rosenwinkel, me intrigaron un poco, pero pensando bien es bastante obvio que la guitarra y un bajo de seis cuerdas tengan mucho en común y se puedan enfrentar de maneras muy parecidas a la hora de crear. Son instrumentos hermanos y el lenguaje a desarrollar proviene todo de una misma fuente.
La segunda parte del concierto fue una muestra de lo que todo gran músico debería poder lograr, funcionar bien bajo cualquier formato.
Aquí tocó con Carlos Figueroa en batería y Jorge Vera en piano. Christian mostró más la faceta bajista propiamente tal. Luego, con la misma formación, un tema precioso de su último disco “América Luz” con Rossanna Saavedra en voz, ella muy suave y femenina, a quien Gálvez galaneó con sus segundas voces, lo que remató Vera con una coda de piano fuera de serie. Se nota que el bajista lo está pasando bien y que está entre puros amigos. Esa emoción y gratitud se transmitió a todos los presentes, fue un buen momento del show. El mensaje de las letras se logra transmitir, había química arriba del escenario.
Luego subió Jorge Díaz con su guitarra de caja hecha por el luthier chileno José Ananías, quien hizo también el bajo de Christian. Tocaron un dúo improvisado que desde la primera nota fue muy entretenido, derivando de una forma muy tranquila y relajada hacia un cumpleaños feliz menorizado para finalizar ese juego entre camaradas.
El concierto terminó con Carlos Cortez nuevamente en batería, Jorge Díaz en guitarra, Jorge Vera en piano y Christian en Bajo eléctrico. Con un Vera prendidísimo tocando como los dioses, sacando idea tras idea tanto melódica como armónicamente. Este cuarteto fue el punto más alto dentro de un show, que más que un show, fue una tocata de compadres en el cual se notó mucho cariño.
Fue un deseo de todos los que estábamos ahí, que a este único gran bajista chileno, de ese nivel, le vaya lo mejor posible en su nueva vida fuera de su país de origen, no una despedida, como dijo Víctor en su introducción a la velada, sino un “Hasta pronto, amigo músico chileno”.
Datos Suena.cl:
– Christian viaja el martes 6 de Febrero a Los Ángeles, CA. para quedarse, donde quizás grabe sus temas con gente de la talla de Herbie Hancock y Jack DeJohnette. También es posible que grabe un dico a dúo con Stanley Clarke, sin contar las posibles participaciones como sesionista para distintos proyectos.